Los niños llevaban taparrabos y pintaban bisontes en los techos de las cuevas. Hoy en día, llevan bermudas, gorras de colores y zapatillas aerodinámicas. El salto en el tiempo ha sido evidente y la emoción con la que han visitado la neocueva de Altamira también.
Luego llegaba el turno de visitar Santillana de Mar. Un bonito juego de orientación por el pueblo sirvió para que los chavales abordaran sus calles al grito de ¡Ya!, para más tarde darles rienda suelta a sus carteras por los comercios de la villa.
Aquí va una tanda de fotos.
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